viernes, 6 de abril de 2007

Distraída soy y no me compadezcan


Cuando me decido por no resumir el vasto mundo de la Internet a mi siempre adorado msn, a la página de la Pucp y a mi hi5, suelo encontrarme con cosas interesantes. Hace un rato estaba leyendo los relatos seudo fantásticos de Roncagliolo, que me dieron mucha risa y es que algo de extraterrestre tienen los artistas y de surrealistas, sus vidas (y creo que por eso me gustan sin conocerlos).

Después de entretenerme (o, ¿debería decir “distraerme”?), cedí mi computadora a mi prima. Fui al cuarto de mi hermana para leer un cuento de Borges que, acabo de recordar, todavía no culmino. Prendí la tele y para mi insatisfacción “Vano oficio” estaba por culminar. Trataban sobre "El túnel" ese libro que he leído y no he entendido (¿repetirán el programa más tarde?). Bueno, culminó. Volví a coger la tabla y comencé buscar algo sobre Iván Thays (el conductor de Vano…) y terminé en la página de Etiqueta Negra. ¡Qué buena página! Me siento feliz después de haberla visitado por buen rato. Me ha hecho sentir comprendida. Siempre me andan diciendo que soy una distraída, que he perdido mis llaves, que siempre "vuelo". Pues, quería decirles a todas esas personas que opinan así de mí, que creo que no es un defecto ser de esa manera. A mí me gusta ser así; muchas veces, obviamente, no. Porque, seamos sinceros, el mundo de hoy es para gente alerta a los últimos acontecimientos, que actúa instantáneamente. Este mundo, al derecho, no es para mí. O yo no soy para él, mejor dicho.

No sé por qué diantres soy así. Ya diría mi pequeña hermana que trato de ser quien no soy o que me hago la rara. No me hago la rara, a mí alguien hace unos días me ha dicho que soy medio rara, que parezco asustada. Será que el mundo exterior me asusta cuando me encuentro nadando en los ríos metafísicos de mi mente. No pienso en trivialidades. A veces pienso en mí, en mi situación como ser en este mundo. Otras veces, invento melodías que no sé transportar a ningún instrumento. Muchas veces, invento versos que nunca van a parar a un papel (qué tristeza porque creo que justamente esos son los mejores que he creado). O simplemente, me veo sola y creo que los demás son parte del escenario y no cumplen ningún papel. Muchas veces, a ese escenario humano, le pongo música (no la mía, pero la que me gusta) y me pierdo en el silencio ruidoso que producen. Voy tapando bocas con mis audífonos (que me van dejando sorda) y dejo que los Beatles (o cualquier otro u otros) toquen y canten. Me veo sola, pensando en cosas que pocas, o quizás muchas, personas piensan. Soy una distraída porque me pierdo en las inmediaciones de mi subjetividad, porque escribo cosas como estas, que muchas veces nadie lee porque son tan subjetivas.

Pero, ¿Qué tiene que ver Etiqueta negra con todo esto? Pues bien, que es una revista para distraídos. Entendiendo por “distraído” lo que Octavio Paz dijo (y que acabo de leer): «Distracción quiere decir atracción por el reverso de este mundo». Y en mi caso, esta definición se cumple a la perfección. No pienso en banalidades, no es que viva pensando en los pajaritos, es solo que pienso en otras cosas del mundo, pienso en su reverso. Ese reverso por el que se sienten atraídos los músicos, los pintores, los poetas, los escritores. Dentro de mí vive alguien que cree que el mundo es una mixtura extraña de micromundos. Un micromundo es tu propio mundo. A mí me encanta mi micromundo en el cual puedo imaginar las más fantásticas historias de amor, que difieren de lejos de los culebrones de cuarto canal nacional, a mí me gusta ese mundo en el cual hay muchas o pocas palabras, pero todo siempre es cierto, sin ningún tapujo.

A mí me gusta poder escribir frente a esta pantalla sin que nadie lo sepa. A mí me agrada escuchar música mientras viajo para sentirme como en película. A mí me gusta conocer gente, pero en su individualidad. El hombre es mejor de a uno.

No hay mejor mundo que el micromundo individual, donde reina la subjetividad. Pero los micromundos están interconectados y por eso, aunque a veces sea solitaria, me agrada la sociedad. No podemos vivir sin los demás. Pero me agrada la soledad, mi mp3 tocando, por ejemplo, free as a bird, caminando el tontódromo pareciendo y siendo distraída al caminar y asustándome al saludar. Me agrada mi cuartito verde cuando no hay nadie más, solo mi música, mis libros, mis recuerdos, mi teclado o mi lapicero y, por supuesto, mi distracción. Muchas veces creo que mi estado natural es la soledad, aunque pueda sonar extraño para los que me conocen, porque hablo mucho y me río de todo, cuando hay gente. Después de todo, nadie conoce a la persona en la soledad, cuando no hay gente. Lo que sucede, realmente, es que disfruto de la compañía, pero a veces siento que estorbo o que me estorban. Entonces, otra vez soy distraída, me pierdo en mi subjetividad y me pongo a pensar si habrá alguien que sepa cuándo deseo hablar hasta por demás y cuándo deseo callar al punto de enmudecer. Si habrá alguien que sea tan distraído como yo, o alguien que me ayude a deslizarme de mi mundo y me encamine en ese mundo donde todo es, supuestamente, de verdad, donde viviré aunque me duela. ¡Si alguien entendiera mi mundo! ¿Habrá alguien? ¡Lo dudo!