viernes, 4 de marzo de 2011

No más clases, no más aprendizaje


La semana pasada se retomaron las clases regulares en la PUCP, solo que esta vez ya no tomo más clases. Esto se debe a que culminé todos los cursos y que ahora me encuentro haciendo prácticas y trabajando la tesis. Esto me da un poco de pena: me encanta ir a clases (sobre todo si son buenos cursos!) y me gusta estudiar. Creo que no hay mejor forma de aprender que con tus compañeros, discutiendo un tema, logrando integrar posturas y conocimientos para obtener un producto final, además de por supuesto la vida universitaria que ha sido para mí la mejor época!

Esto poco a poco se diluye, el trabajo se vuelve una parte integral de nuestro día a día y se va convirtiendo en nuestra fuente principal de gratificaciones y preocupaciones. Pero que ya estemos trabajando o practicando no significa que ya lo sabemos todo y que aprender haya dejado de ser una necesidad, todo lo contrario, en realidad.

Hablo un poco de esto porque en el trabajo al tener que encontrar soluciones, plantear propuestas de intervención y generar un producto concreto que pueda ser comunicado de manera eficaz, hace pensar a algunos que esto es la práctica, la vida real y que aquello que aprendimos en el transcurso de nuestra formación académica es "pura teoría" y que probablemente poco servirá una vez estando en la "cancha".

Esta realidad me hace pensar alrededor de los propósitos de la educación superior a largo plazo y cómo estas creencias se vinculan también a la noción del conocimiento y de aprendizaje.

La idea de que aprender y estudiar acabó cuando acabaron los cursos, es una creencia, lamentablemente muy recurrente en nuestro medio que refleja nociones particulares sobre el aprendizaje y el conocimiento. El aprendizaje como mera transmisión de aquello que ya se sabe y el conocimiento no como un construcción social y por ende que evoluciona, sino como algo estático, que no tiene un aspecto práctico. Si seguimos esta línea de pensamiento, ¿cuál es el fin último de la educación superior y de la educación en general? ¿Formar personas para seguir aprendiendo en el transcurso de sus vidas o para aplicar aquello que nos contaron los profesores?

Tristemente, la línea va más por lo aplicativo y por la idea de un conocimiento estático. Al menos durante estos años estudiando Psicología he notado una actitud muy generalizada entre mis compañeros: apuntar todo al pie de la letra y luego repetirlo; evitar cursos teóricos y preferir aquellos más "prácticos". Como comenté alguna vez, parece que la formación universitaria se hubiera reducido a una transmisión de técnicas, que si bien son parte importante de nuestra formación, no podemos limitarnos a ellas.

Son ideas que tenemos porque la escuela lamentablemente no rompe con el modelo de transmisión de conocimiento, pero siempre hay una cuota de consciencia, creo yo, en nuestras propias prácticas de aprendizaje, y esta toma de consciencia es de suma relevancia en un contexto en el que cada vez más la información se comparte y se extiende enormemente.

Sobre cómo debería el sistema educativo transformar sus objetivos para formar personas capaces de manejarse en un mundo del conocimiento, habla en un reciente programa de REDES, Ken Robinson, experto en educación y creatividad. Un programa que vale la pena ver.