Tu boca es un buen motivo
para dejar la conversación;
tus ojos, un buen motivo
para detener el alrededor
y la ilusión que me regalas
un motivo para escribir sobre
cuadernos garabateados por la soledad.
Me dejas acá mientras
el lapicero deja su
última gota de sangre azul.
Ya no sé a quién
le hablo en la oscuridad,
de quiénes son las luciérnagas
que se han puesto a conversar.
Me has dejado acá
con una imaginación sin destinatario:
quizá la mejor traducción de mi amor
sea la palabra muda en el corredor
y la sonrisa al otro lado del salón.
*Aquiles Machado y Aquiles Avilez-Desesperanza*
viernes, 12 de septiembre de 2008
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