sábado, 30 de mayo de 2009

Yo quiero estudiar al ser humano (Parte1)


¿Qué entendemos por Psicología? ¿Qué pretendemos estudiar con ella? ¿para qué estudiamos Psicología? Son unas de las preguntas que saltan en mi cabeza desde que entré a la facultad de Psicología. Sin embargo, no sé cuántos de los estudiantes (y de los profesionales) conocen la importancia y la amplitud de esta rama del conocimiento.
Por mi experiencia, parece que muy pocos tienen una verdadera inquietud por conocer al ser humano; y eses es un problema que repercute a todo nivel.
Es evidente que el desarrollo de esta disciplina en nuestro país tiene mucho que ver con la situación científica, en general, en el Perú: no existen espacios ni inversión en la investigación e intervención Psicológica (muy poca) que estén acorde con lo que realmente demanda la población y nuestras características particulares.
Sin embargo, el estudiante universitario peruano es un ciudadano realmente afortunado y al serlo en un país en el que el porcentaje de este tipo de estudiantes es mínimo, resulta ser una verdadera responsabilidad.
Por un lado, la responsabilidad de generar conocimiento psicológico y por otro, la de poder aplicar estos conocimiento en pro del bienestar social.
Pero por lo que observo, la formación universitaria se está volviendo, por los mismos alumnos, en una especie de formación técnica, en la que se pretende recibir lo que ya está dicho y hecho. En ese sentido, lo que debería ser una continua búsqueda por conocimiento termina deformándose para convertirse en un dogma; cuando lo llevamos a una disciplina como la Psicología. Ese es el caso del Psicoanálisis.

¿Un sesgo?

El viernes pasado tuvimos una acalorada discusión acerca de la validez de las pruebas proyectivas. Por mi lado, argumentaba que existe realmente un sesgo psicoanalítico y clínico en la facultad; así como también el hecho de que no encuentro ningún asidero científico a las pruebas proyectivas: por un lado, están basadas en una teoría que nunca fundamentó empíricamente sus postulados; por otro, que no tenían validez psicométrica, al ver sido aplicada a muestras pequeñas, en una cultura muy diferente a la nuestra y porque pretende dar calidad de causalidad a una correlación (lo que estadísticamente es un craso error).
Esta semana seguimos con el mismo problema, pero ahora lo que tenemos que aprendernos el diccionario de los significados de los dibujos de las personas. En este diccionario se explica que, casi todo, significa presencia fálica.
¿Qué estamos aprendiendo? ¿Qué papel tiene la autonomía del estudiante frente a estas teorias y aplicaciones arcaicas y sin asidero científico? ¿Por que no nos atrevemos a dudar, a criticar?
Muchos de lo que nos enseñan y que asumen una posición dogmática frente al Psicoanálisis, olvidan que parte del aprendizaje constituye no en "aprender" los signos fálicos, sino que consta principalmente de un pensamiento crítico, abierto a aprender, a debatir, a confrontarse y reclamar su derecho de conocer, de dudar.
Este debate no se resuelve con el hecho de decir que al final los marcos teóricos son una cuestión de gustos o comodidad; ni tampoco se nos puede llamar, a los que confrontamos esta posición, de sesgados, pues, al menos yo no defiendo ninguna teoría, sino sobre todo porque la ciencia, a diferencia del dogma, tiene y tendrá siempre la posibilidad de dudar y de seguir construyendo conocimiento en pro del desarrollo humano.

Ayer justamente le preguntábamos al profesor Gonzáles sobre cuáles son las diferencias entre las facultades de Psicología (la nuestra y otra en la que él trabaja), y nos indicó que la principal diferencia era la tendencia psicoanalítica de nuestra facultad. También agregó que esa teoría no sirve para entender a la masa, que no se puede hacer nada con el símbolo.
Entonces (y como resume Dante Solano):
¿Qué podemos hacer con el falo?