Hace un tiempo, en una radio local,
el slogan de un programa nocturno
era "todo pasa, siempre pasará".
Los productores sabían por qué
la gente escuchaba baladas pop/rock
pasadas las diez de la noche,
pero yo, en aquel entonces, no.
Ellos le hablaban a los corazones rotos,
quienes cansados de buscar el botón forward
en la consola de sus emociones,
se resignaban a transitar el túnel.
El túnel de sentir lo que sentimos,
de sufrir lo que sufrimos.
Veinte años después,
el programa radial aún sigue vivo.
Los corazones rotos no son algo de este tiempo,
pero los túneles, sin importar sus dimensiones o su oscuridad,
siempre tienen un inicio y un final.
Todo pasa, siempre pasará.
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