sábado, 12 de enero de 2008

Una agenda y una confianza


Algo que caracteriza a la sociedad peruna, especialmente a la limeña, es la desconfianza y la viveza. En todos los niveles socioeconómicos y desde todas las perspectivas, el Perú está lleno de desconfianza. Una clase política que carece de credibilidad y que estará manchada por siempre por la corrupción más conchuda aplicada en la época de Fujimori, es una pequeña muestra para entender que la corrupción se ha vuelto parte del sistema y, de allí, que el mecanismo de defensa del hombre común sea la desconfianza y la viveza.

De lejitos


Si lo vemos desde un punto de vista moral,la realidad que acabo de resumir presenta una contradicción: en mi hogar (y creo que aún en muchos)la honestidad es uno de los principales valores que se me inculcó desde niña: pero, la vida, con lo dura que es, nos enseña a mentir, a colarnos en la cola y a no cumplir nuestras obligaciones, y, sobre todo, nos hace pensar que el prójimo hará lo mismo: engañarnos y usarnos.
Me pregunta, ¿Cuán sanas pueden estar las pisques de los peruanos que, por diversos fenómenos sociales,culturales, políticos, etc, usan la desconfianza como mecanismo de protección? ¿Cuánta unión puede existir cuando somos incapaces de creer en el otro?

Agendilla Crayón


Me gané la agenda en mención en La Habitación de Henry Spencer (un videoblog muy bueno!)y como página web que es tuve que confiar en que la representante de la agenda se contactaría conmigo y con el otro ganador; y así fue, tuvimos que acordar la entrega en un lugar cualquiera, en una hora cualquiera. Finalmente, decidmos que Neomutatis sería el lugar y el día, un viernes a las 4 p.m.
Llegué pero no estaba la representante. En ese momento comenzaron a pasar por mi cabeza las palabras de mi padre: "¿Estás segura?, ¿Cómo te lo van a entregar?. ¿no te estarán engañando?
Pero, cogí el celular y llamé a Silvia (la representante) y me dijo : "Claudia, no he podido ir, pero te la he dejado con Jorge (el encargado de la tienda)". Así, pregunté por Jorge (aunque terminé dirigiéndome a un extranjero, que se burló de mí en alemán), luego de la equivocación lo encontré y le comenté sobre las agendas y me entregó las dos; evidentemente, devolví la otra y me despedí.
Mientras transitaba por Barranco con mi primo y mi hermana, me puse a pensar y me dije: "!Qué paja! ¿Qué seguridad tenían de que yo fuera la tal Claudia Zegarra que se ganó la agenda? y ¿cómo es que me dieron sin más ambas agendas?"
Sentí honestidad y confianza y me encantó porque yo soy así, no puedo ser de otra manera. Como respuesta a su confianza y honestidad yo hice lo mismo, pero lo hice con una alegría adicional: la de saber que no me trataron como extraña.
Soy de las que detesta los detectores a las salidas de las tiendas y de los venderdores que te miran feo cuando uno coge u observa algo.
Creo que es cuestión de costumbre, de cultura. Aún hay gente que confía en el otro y me alegra que sea así porque de esa manera se rompe la doble moral, tan hipócrita y puedo ser como soy.

3 comentarios:

Ronald Cotaquispe dijo...

Tienes razón en lo que dices. Ah, solo tú podías ser así de honesta. Te felicito. Más personas como tú es lo que hace falta. Eres genial.

Edwin dijo...

Muy buena entrada. La verdad que sí, la honestidad debe ser uno de los principales baluartes de toda sociedad, pero se vuelve tonto y quizá utópico en la nuestra.
Y si los de la agenda fueron tan confiados en ti, es porque simplemente les sobra el dinero. Crees que si te hubieran dado una agenda en Villa El Salvador te lo hubieran dado sin más ni más? Es porque muchas veces, la pobreza también nos hace desconfiar.

Melpóneme Erato dijo...

Es verdad, Edch...buena tu acotación...la pobreza causa estos males...