martes, 25 de marzo de 2008

Lima, la sin lluvia



Me detengo en medio de la noche extraña. En Lima todo siempre puede suceder. Una garúa que casi nunca aparece y, cuando lo hace, se parece bastante a la lluvia; así también un hombre que de perfil se ve joven, pero cuando lo observas de frente deja ver realmente su edad. Parece que la vejez le vino con la misma rapidez de un movimiento corporal.
Así me detengo frente a alguien que tiene en sus ojos la oscuridad y el misterio de la luna; en su pecho, la fortaleza de una tierra que es no es como esta en la que las lluvias son tan extrañas. Él detesta esta ciudad y aún así vive aquí en contra de su naturaleza; me imagino, ahora que no está conmigo, que se habrá burlado de ese coqueteo de este cielo que siempre se nos oculta; o, tal vez, aún peor, la estaría odiando más porque la lluvia medio imbécil de Lima nos arrastra hacia los carros con más rapidez, porque me cae polvo y no tierra (no es lo mismo) sobre el polo y la falda.
Sin embargo, a mí que me encanta tanto el agua y que siempre renegué de esta Lima inlluviosa, a pesar de que no me parece sensacional, me parece paja mi cabello mojado por las nubecitas alocadas limeñas, que, aunque quisiera creer que fueron tocadas por las varitas mágicas del planeta de Él, sé que fueron tocadas por otros factores que nada tienen que ver con la magia de la naturaleza, sino más bien con ese resentimiento propio de quienes dan mucho y reciben poco.
La lluvia en Lima me da risa, alegría y pena porque es tan efímera. La última gota de lluvia cayó de un orificio que había en el techo del “flamante” microbús que me lleva a mi casa (otra vez Lima!) y mientras me alejaba de la Universidad, la lluvia cesó como si yo, que vivo en el lado marginal de la ciudad, no tuviera derecho a un poco de expresión, de un poco de contacto con la naturaleza. En fin, hasta en eso Lima es paradójica y accidental.
Así están las cosas, las lluvias extrañas de Lima (creo que con la de ayer ya van tres), yo y mis nuevecitos veinte años, mis amigos que se quedaron en mi casa (porque por allí habían peligros que no queríamos que enfrentaran) pero también porque quisieron y nos divertimos, dándole la espalda al adormecimiento de la cerveza y de la madrugada. Y el nuevo adormecimiento de las cervezas de ayer que unas nuevas amigas me propusieron como excusa de mi cumpleaños nuevecito. Y mi sueño atrasado que me ha hecho dormir casi toda la tarde, olvidando (concientemente, a propósito y conchudamente) que tengo una separatilla en mi fólder de carátula de girasol para mi primera práctica de Motivación y emoción, que es mañana…


He estado escuchando el nuevo disco de Jack Johnson, Sleep through the static. Aquí una de las canciones que más me gustó:
**Go on- Jack Johnson**

2 comentarios:

Edwin dijo...

Uhh prima, qué linda entrada y ningún comentario. Promociona tu blog :D dile a Tongo que te haga propaganda :p ! Tongo vende! es líder de opinión!
Te quiero mucho y lo sabes!! Lindísima entrada!
P.D.: Pasa por mi blog pes :P

Marvin Pacherres Lara dijo...

A veces siento lo mismo de esa ausente lluvia.