Al igual que ellos,
no hiciste este camino
más liviano.
Pero intentando pintar
las imágenes que me regalaste,
me volví a encontrar.
Me volví a encontrar con
con la muchacha que ironizaba
sobre los viejos buses de esta ciudad,
aquellos que, al igual que tú,
pronto dejarán de circular.
Pero algo es innegable:
le devolviste a la pluma
su capacidad de expresar.
Le encomendé esta vez una misión:
evitar que me acueste cada noche
con mis what ifs.
Pero la pluma terminó
consiguiendo algo mucho mejor:
me enseño a dejar ir.
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